Marta Roqueta Fernández es periodista y feminista, un camino que le ha llevado a investigar sobre las representaciones de género, etnia, diversidad funcional e identidades LGBTI, en la cultura de masas. Su primer libro De la manzana a la pantalla (Pagès Editors, 2019) ya ha agotado su primera edición.
El análisis de los medios de comunicación es nuestra línea de trabajo común. Así que vamos a hablar con ella de este ensayo donde reflexiona, a partir de su propia vida y experiencia, sobre la influencia del mundo digital en nuestras vidas.
La novedad es que este libro también puede ser una hoja de ruta para profesionales del mundo de la educación. Lleva una guía didáctica para trabajar con jóvenes, tal y como nos lo explica en esta entrevista.
eP.- ¿Qué te motivó a hacer un libro de sexualidad para adolescentes, cuando parece que lo tienen todo aprendido?
MRF.- El libro forma parte de una colección que se llama Nandibú-Zeta, de Pagès Editors, en la que la idea es analizar la actualidad y cómo estas cuestiones están influenciadas por el mundo digital. El primer tema fue el amor, el sexo y el deseo. Pues, me interesaba mucho explorar cómo el mundo digital configura nuestra manera de amar, de desear y de mantener relaciones sexuales, y cómo refuerza, y a la vez desafía, todos los regímenes de poder articulados en torno al amor, el sexo y el deseo. Esa era mi idea. Pero, resulta que los jóvenes no tienen una educación sexual como debería esperarse, es decir, una educación que vaya más allá de la prevención de enfermedades, y se centre más en cuestiones sobre afecto, deseos… Pues la idea era aprovechar el análisis de la conexión entre mundo digital y sexualidad para abordar cuestiones relacionadas con la educación sexual, que parecen que las tienen claras, pero entonces, lo analizas y en la práctica no lo tienen tan claro.
eP.- Has contado con testimonios de jóvenes para escribir tu ensayo. ¿Cómo se configura todo esto dentro del libro?
MRF.- En el libro explico experiencias mías, ejemplos de la cultura de masas, y lo relaciono con la teoría feminista, LGBTI y antirracista del momento. Y aunque no aparecen, sí que es cierto que para terminar de saber qué experiencias de mi vida podían ser relevantes, hice una serie de entrevistas a jóvenes para ver en qué les podía ayudar y cómo tenía que enfocar estos temas. Yo hablé con jóvenes para saber si lo que yo proponía era relevante, si me había dejado algo que les preocupa especialmente y para ver cómo mi testimonio podía ayudarles a resolver las dudas que tenían.
eP.- Ahora vas a los institutos a hacer formaciones con el libro, ¿cómo es el estado de la cuestión? ¿Es tan grande el desconocimiento?
MRF.- He hecho un par de formaciones en Institutos y lo que me doy cuenta es que en general los estudiantes tienen la teoría muy aprendida, en cierto modo, pero cuando pones ejemplos, en la práctica, es donde surgen las dudas, las contradicciones, etc. Sí es cierto que en mi libro, no sólo explico el amor desde una vertiente occidental, sino que puse ejemplos LGBTI o de todo el mundo, desde Japón hasta Sudán o Cuba, de artistas que han desafiado los regímenes sexuales de sus países. Pues, aquí sí ves alumnos racializadas, de aquí, chicas musulmanas que tienen dudas, hablan, te piden información y se sienten representadas con estos ejemplos. Porque lo que ha pasado es que en occidente tenemos una idea del amor romántico muy concreta, que se utiliza para consolidar un modelo de familia heterosexual, monógama, padre, madre e hijos, de acuerdo con la sociedad capitalista y la división sexual del trabajo. Yo en mi libro lo que hago es poner otros ejemplos de formas de entender el amor, formas de resistencia a los imaginarios coloniales sobre el sexo y el amor, o sobre algunos países como el caso de Japón, que es una mezcla de los tabúes que hay en esa sociedad. Hay alumnos que no se sienten representados dentro de las conversaciones sobre amor, sexo y deseo que se hacen, pero que, con el libro tienen más fácil manifestar según qué actitudes y según qué inquietudes.
eP.-Parece que las chicas hayan sido más receptivas y participativas. ¿Qué pasa con los chicos en las formaciones o cuando leen el libro?
MRF.- Lo concibí como un libro para personas de todas las etnias y de todos los géneros: chicos, chicas, personas no binaries, cis, trans, etc. Y en este sentido sí que es cierto que las personas racializadas, y sobre todo las chicas, también las chicas blancas, y las personas del colectivo LGBTI, racializadas o no, han reaccionado favorablemente al libro. En el caso de los chicos, blancos, heterosexuales y cis, sí hay más reticencias. Yo creo que pasa porque, quieras o no, el machismo y la lgbtifobia son formas de vernos y ver a los demás. Y muchas veces estas formas de relación, sexistas o lgbtifóbicas, nos las han presentado como una forma adecuada de relacionarse con los demás. Yo creo que a los chicos les pasa dos cosas: cierta desorientación, es decir, en el momento que cuestionamos todas estas cuestiones de género, pues no saben cómo actuar, no saben quiénes son, y en el momento en que se cuestiona cómo se debe actuar con los demás, los tampoco saben cómo actuar. Al chico blanco hetero, por decirlo así, ejemplificante, le cuesta más entrar. Pero, de todas maneras, ya sabía que pasaría esto, y entonces he buscado ejemplos para que los chicos se puedan sentir identificados, y que puedan entender de dónde les viene este desconfort cuando tratan estos temas, y que sobre todo, para saber qué pueden hacer con este desconfort y cómo pueden actuar ellos para tener unas relaciones más igualitarias, pero a la vez, más saludables para ellos. Porque en el fondo, el machismo les afecta la forma que tienen de percibirse y a veces les afecta de una forma negativa.
eP.- ¿El libro también va dirigido a maestros y educadores? ¿Cómo lo han recibido?
MRF.- Si bien el libro, originalmente, estaba estado pensado sobre todo para jóvenes, hemos visto que durante el tiempo que ha estado a la venta también ha interesado a los adultos. De hecho cuando tú piensas un contenido para jóvenes, en cierto modo sabes que tarde o tempré algún adulto lo leerá. Entre los profesores ha tenido muy buena acogida, también entre las instituciones públicas y el público adulto en general. Sí que es cierto que ha habido algunos casos en los que, por ejemplo, hubo una profesora que no quiso que en su centro educativo se hablara del libro, porque decía que, como hablábamos de teoría LGBTI, de la teoría. queer, pues ella decía que la teoría queer no era feminista y que, por tanto, este libro no le interesaba porque no era feminista. Cuando en realidad la teoría queer tiene aspectos feministas, y en todo caso teoría queer y teoría feminista no tienen por qué estar absolutamente opuestas, ni una está en conflicto con la otra.
eP.- ¿Tan malo ha sido la influencia de los medios en nuestra forma de estimar, desear y tener relaciones sexuales?
MRF.- Mi libro parte de la idea de que las tecnologías digitales y el mundo audiovisual no son de por sí malos, sino que, en todo caso, lo que determina que sean perjudiciales o beneficiosos es el uso que hacemos de ellas. Y el libro está lleno de ejemplos de representaciones positivas de la sexualidad y las maneras de estimar que encontramos en el mundo audiovisual. Desde Pose hasta Steven Universe o Frozen, de Disney. También cito artistas como el Alaa Satir, la Megumi Igarashi. Todas estas artistas nos acercan a nuevas maneras de ver la sexualidad y de relacionarse con las otras personas. La idea del libro es esta, hasta ahora nosotros hemos tenido una imagen muy apocalíptica de la relación entre la tecnología digital, el amor, el sexo y el deseo, pero eso no es necesariamente así, es todo lo contrario. La diversidad de voces que facilita el mundo digital también nos lleva a descubrir nuevas formas de estimar que, hasta ahora, estaban tapadas, porque quien tenía el control de los medios audiovisuales eran unas pocas manos. Y también crea espacios digitales en los que se pueden desarrollar nuevas maneras de estimar.