Los alumnos del aula de acogida del instituto Vall d’Hebrón han realizado el proyecto Sincronitza’t, dinamizado por la entidad El Parlante, para trabajar sus procesos migratorios a través de la fotografía

Por: Victòria Oliveres

Cuando los educadores de El Parlante pidieron a un grupo de alumnos de un aula de acogida que llevaran un objeto que fuera representativo para ellos, Julia enseguida lo tuvo claro: un avión en miniatura. «Lo he elegido porque es el medio de transporte que utilicé para volver a vivir con mi madre», explica la adolescente de 14 años. La madre de Julia migró de Honduras a Barcelona y no fue hasta dos años después que pudo traerse a su marido y a sus hijos a la capital catalana.

Este proceso migratorio marcó a Julia, como a muchos de sus compañeros del aula de acogida del Instituto Vall d’Hebron, aunque no hablan de ello muy a menudo. Por ello, desde El Parlante quisieron sacar adelante el proyecto Sincronitza’t, que trabaja la realidad de las migraciones a través de un taller de fotografía. «Sentíamos que las emociones, las migraciones y el duelo no se trabajan mucho en el aula, aunque es el lugar natural donde se deberían tratar estos temas», explica Alfredo Cohen, coordinador de El Parlante.

Durante el taller, que realizaron doce alumnos durante dos meses, aprendieron a hacer funcionar una cámara y también las técnicas fotográficas para hacer retratos y autorretratos. A partir de aquí, el reto propuesto era fotografiarse con un elemento con el que sintieran algún vínculo. «Nosotros les pedimos que trajeran un objeto que los identificara, sin hablar en ningún momento de migraciones, pero la gran mayoría de los alumnos escogieron objetos que, de manera más o menos clara, estaban relacionados con su proceso migratorio», explica Pancho, uno de los educadores que ha llevado a cabo el proyecto. Cada alumno presentó ante el grupo el objeto que habían traído y con el que luego se fotografiaban. «Al principio fue un poco complicado centrarlos en el proyecto, pero cuando les dimos las cámaras, la actitud ya cambió, porque entendieron que podían sacar provecho», explica Marta, técnica audiovisual de El Parlante. «Era un grupo muy caótico pero cuando venían y explicaban su vivencia con el objeto, todo el mundo estaba atento y se sinceró», añade Pancho.

«Me esperaba algo más sencillo, pero estoy muy orgullosa de todo lo que hemos conseguido», explica Julia, «lo más difícil ha sido abrirme a los demás, mostrar quién soy de verdad».

Precisamente la idea de la metodología de El Parlante radica en usar los aparatos tecnológicos instrumentos para contar historias. «Y contar historias sirve para sacar nuestras emociones y para darnos cuenta que otras personas pasan por los mismos procesos», dice Cohen. «La cámara por sí sola no genera empatía, pero es una excusa para organizar unas historias que acaban conectando a las personas», añade.Ahora, las fotografías que han hecho los alumnos se expondrán en el instituto y los vídeos resultantes del proyecto se pasarán por las diferentes clases. «Al principio me daba respeto que se viera en la escuela, pero ahora he entendido que así la gente me podrá conocer tal como soy», dice Julia. Y es que otra voluntad del proyecto es que todos puedan escuchar las historias de estos jóvenes y esto «favorezca a la comunicación y rompa tópicos y estereotipos», dice Pancho.

Sin espacio para trabajar el duelo migratorio

«En el aula de acogida hay jóvenes de realidades muy diversas con unos profesores que -con toda la voluntad que tienen- no disponen de herramientas ni de tiempo para encarar sus emociones y vivencias con el cuidado que necesitan», explica Alfredo Cohen. Sandra Monfort, educadora social del instituto, coincide con él: «deben tener un espacio donde poder elaborar lo que significa venir de otro país y encontrarse con otros compañeros y compañeras que han pasado por el mismo proceso».«A veces lo intentamos pero el aula de acogida debe estar por todos los temas académicos», añade la Paola Acuña, tutora de esta aula. «En cambio aquí han tenido espacio para poder hablar con voz alta sobre el hecho de que todos son inmigrantes, que es algo que en el instituto no pasa porque quieren integrarse rápido, ser como los demás».

Conociendo el trabajo que hacían en el Parlante, desde el instituto se pusieron en contacto para trabajar las necesidades de un centro como el suyo, donde hay mucha matrícula viva y muchos adolescentes recién llegados. Han conseguido encajar este proyecto dentro de ‘el instituto a tiempo completo’, es decir, que es una actividad que se hace fuera del horario lectivo pero dentro de los espacios del instituto.

«Mi deseo es que las administraciones no olviden que tenemos este tipo de alumnado y que no nos quedemos sin presupuesto, porque es muy importante», dice Acuña. «Mucha gente se queja de que los adolescentes migrantes no tienen salidas, pero quizás si invirtiéramos más en su acogida, después verían más claro que podrían tener un futuro brillante como tantos otros».

“Fotografiarse para compartir el duelo migratorio” fue publicado originalmente, en catalán y castellano, en Catalunya Plural y el Diari de l’Educació.